Sublime Text es una anomalía en mi entorno de trabajo, formado principalmente por herramientas de software libre.
Existen numerosos editores de código OpenSource, de hecho Visual Studio Code lo es, de ahí que puedan surgir forks más «éticos» cómo VS Codium.
Entonces ¿por qué uso Sublime Text siendo este privativo, y en principio contrario a mis ideales de uso del software?
Puede que influya la nostalgia. Empecé a usar Sublime Text en 2012 sobre Windows 7. Pasé cientos (si no miles) de horas frente a él, escribiendo código HTML y PHP principalmente.
No fue hasta 2020 (más o menos) cuando pasé a Visual Studio Code (por las modas más que nada). Con VS Code también he pasado cientos de horas escribiendo y editando código. De hecho con cualquiera de los dos podría desempeñar el mismo trabajo (usando las extensiones adecuadas en uno y otro).
¿Cual es la gran diferencia entre los dos? La ligereza.
Con los años VS Code se ha ido convirtiendo en un monstruo cada vez más pesado y lento, mientras que Sublime Text conserva la ligereza de un bloc de notas, característica que sus desarrolladores han procurado mantener desde el inicio.
Sublime Text se inicia en un pestañeo, no consume apenas recursos y a mí particularmente me fascina tu atajo Ctrl + P, que localiza al instante cualquier fichero del directorio de trabajo (por muy grande que sea).
Así que desde hace unos meses vuelvo a usarlo como editor principal. Uso directamente el PPA para Ubuntu, aunque está también disponible en formato Flatpak y Snap.
Ahora, con los agentes de IA en pleno auge, VS Code es lo que manda y es muy difícil encontrar el icono de Sublime Text en alguna barra de aplicaciones.
No hay planes de que Sublime Text vaya a incorporar en su interior agentes de IA a corto/medio plazo, principalmente por la infraestrucura de la empresa.
Sublime HQ Pty Ltd no es una Hi-Tech en Palo Alto. El proyecto depende de su desarrollador principal (Jon Skinner, ex-ingeniero de Google, por cierto…) y de un reducido grupo de desarrolladores que colaboran en tareas como adaptar Sublime a las diferentes plataformas.
La empresa no ofrece servicios en la nube, ni posee infraestructura de servidores como para poder «vender» una IA para su editor. Los servidores únicamente se usan para tareas básicas, como verificar la licencia, servir actualizaciones o acceder al gran repositorio de extensiones creado tanto por ellos como por la comunidad.
Esto es algo que merece la pena mencionar. Sublime Text, aún no siendo OpenSource, no monitoriza tu código ni envía telemetrías de uso a sus servidores. Esto lo dejan bien claro en su política de privacidad:
Tu código es tuyo y solo tuyo. Sublime Text no escanea, no lee, no analiza y mucho menos envía el contenido de tus archivos o tu código a sus servidores.
¿Y cómo se financian?
Sublime Text está considerado shareware, es decir, una versión de evaluación, pero un tanto peculiar, ya que el periodo de evaluación no caduca. Nunca te obligan a pagar, no recortan funcionalidades, el programa es el mismo pagues o no pagues. Solo te lo recuerdan alguna vez mediante un popup (normalmente al guardar el archivo y muy de vez en cuando).
Se financian principalmente por la buena fe de sus usuarios. Estos encuentran el programa tan bueno, que de forma voluntaria pagan la licencia para recomensar a sus desarrolladores y asegurar la permanencia del proyecto.
Y, ¿quién sabe?, tal vez algún día su desarrollador decida liberar el código y ponerlo a disposición de La Comunidad. Pero hasta entonces, de momento, nada que reprochar.

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